“A menudo me preguntan, cuando doy charlas acerca de varias de estas grandes mujeres, cuál es la que despierta mi mayor simpatía. Siempre recurro a Rosario de Acuña, dramaturga, pensadora y de un valor y un carácter fuera de lo común. Los biógrafos consideran que un mismo hecho impacta de manera diferente no ya a diferentes personas, si no en los momentos de la vida de esa persona. Cualquiera comprende que no es lo mismo una separación y a la vez, la pérdida del trabajo a los treinta años que a los sesenta. En el caso de Rosario de Acuña, que cuando las cosas se ponen mal no es ya una jovencita, se dedica a la avicultura con entusiasmo e incluso gana premios, diciéndole a las otras mujeres: si estás en el campo y no puedes escapar de allí, al menos puedes ser independiente criando gallinas. Rosario era una aristócrata, una clase social que nunca se ha distinguido, precisamente, por ganarse la vida ya no con las manos, si no de ninguna manera que fuera trabajando. El mérito, si se piensa bien, es doble. Ella hizo suyo, el emblema de Benito Pérez Galdós: Adelante, siempre adelante. “
Fuente: Entrevista de nuestra conferenciante en Jornadas Madrileñas de Novela Histórica dentro del blog jornadasnovelahistoricamadrid.blogspot.com