José Vargas Ponce (1760-1821) ingresó en la Real Academia de la Historia como Correspondiente en 1786 y durante dos etapas (1804-1807 y 1814-1816) fue su director in absentia pues, tras un destierro encubierto (1805-1807) del que culpó a Godoy, el regreso de Fernando VII le forzó a un segundo exilio (1814-1820). Como él mismo escribió, “vine, vi, desaparecí pudiera ser la mía, si a un bisoño de la milicia literaria de España fuera lícito copiar el laconismo del primer César de Roma”. Pese a esas ausencias forzosas, Vargas vivió para la Academia y para los quehaceres históricos y literarios de esta institución. Fue siempre el protagonista del drama que le hubiera gustado escribir y no padecer.